25.5.07

El beso del Homo Antecessor

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En realidad no me gustaba, nunca me había gustado, pero el mundo había determinado que fuera mi novia. Mi noviazgo anterior había sido una experiencia confusa, en la que toda la relación con aquella niña (de la que he olvidado el nombre) se había basado en informaciones traídas y llevadas por una celestina pizpireta de ojos verdes llamada Liliana. Aquella morena sí me gustaba, pero nunca cruzamos palabra, si bien "oficialmente" nos habíamos aceptado el uno al otro. Un buen día se mudó, dejando mi corazón vacante y una nueva empresa para la infatigable Lily.
Adriana era una moza rellenita, de piel muy blanca y ojo gris (el otro era marrón), su falda escocesa tableada, su camisa blanca y su jersey verde no eran un uniforme de colegiala, eran su uniforme de niña pobre del suburbio; probablemente aquella ropa era la única decente que tenía y nunca se mostraba de otra forma. Hoy en día, parece inconcebible que la pobreza pudiera manifestarse en la escasez de atuendo, pero así era hace cuarenta años. La ropa circulaba reciclada entre hermanos hasta la extenuación de los tejidos, pero si no tenías hermanos estabas condenado a usar aquellas prendas que tenías, no hasta que estuvieran inservibles, sino hasta que pudieras hacerte con otras.
La tarde-noche en que besé sus labios (creo que fué la única vez), me pareció que eran de papel; aún hoy, una eternidad después, tengo nítida la sensación de aquella boca primera en la mía. No sé si cerré los ojos por un incipiente instinto adulto de suplantación o porque cuando fuí conciente de que aquellos labios se dirigían como un torpedo hacia los míos, decidí que aquella experiencia merecía el máximo de concentración. Quizás, mi modo de entender la sensualidad sería otra de haberme encontrado con una boca cálida y húmeda, pero eso vendría mucha ingenuidad después.
No me gustaba, pero era mi novia, así lo habían decidido otros con nuestra aquiescencia; aquello nos iniciaba en los confusos senderos que pretendían alejarnos de la infancia, con los pasos saltarines, viciados de niñez. Seguramente tampoco yo le gustaba, pero estaba disponible; una especie de "sparring" de las emociones a las que se aspiraba como una forma de estar en el mundo, no por necesidad alguna de corte afectivo o sexual.
De ser atado a un poste con los ojos cerrados,y obligado a desandar todos los besos que han recorrido mi vida, reconocería aquel beso entre millares; no por una cualidad especial que pudiera atribuírsele por ser el primer beso o chorradas por el estilo, sino porque aquellos labios de Invierno, heridos de líneas radiales, eran algo inesperado para mi concepción teórica de un beso.
Como huellas digitales en la escena del crimen, algunas sensaciones persisten involuntarias en la memoria de nuestras emociones; van más allá de los sentimientos por las personas, son marcas indelebles de la construcción de nuestra forma de recibir al mundo que se ofrecía en cada esquina.

12 comentarios:

Alma dijo...

Vaya holocausto de pasiones, y pensar que el tiempo no pasa en
vano. Pero es bueno, por lo menos, tener una relación
simbiótica con los recuerdos y para recordar una sola huella
entre todas las que deben haber, es que esa huella fue
increíblemente marcada para bien o para mal.

SQS

e-catarsis dijo...

Sí, es curioso como la memoria juega con nosotros haciendo recurrentes unos recuerdos y olvidando otros...no entiendo que criterio seleccionador utiliza a veces...a veces incluso me parece un poco cruel

Saludos

Margot dijo...

Nunca entendí los mecanismos de la memoria, creo que nadie lo hace, son tan particulares como cada uno de nosotros pero coincido contigo al menos en este: acabo recordando sobre todo lo inesperado, lo que no encajaba con mi idea.

En cuanto al comentario anterior... ajá, señor mío, coincido con usted! besosssss, maestro zen o latiguillo (me da a mí que tú paras poco sentado en loto).

Churra dijo...

Si fuera atada a poste y obligada a desandar todos los besos , tengo en la cabeza uno que no se me va , pero tampoco lo recuerdo bien.
Recuerdo que era de noche y que estaba sola en mi habitación ,
mala cosa ....
Besos

Marc dijo...

La cosa muchas veces es empezar...luego si se puede mejorar.
De todas formas, la primera vez (sino es con persona avezada) suele dejar bastante que desear.

Y lo mío igual es más grave porque estoy pensando... y no me acuerdo de ese primero...Malo.

Saludos

MALEFICABOVARI dijo...

Dios, eso es cruel, y tenerlo cosido a la mente de esa manera... atemorizante¡¡¡ Yo nunca recordé los besos feos, y la verdad, me conformé con que no me metieran la lengua hasta el esófago, y con lo mas bonito, cuando te besas, para mi, mirar al otro, con sus ojos cerrados, y el alma escondiéndose tras ellos, y esa cara que te lo dice todo...
Intenta traicionar un poco a tu memoria, y empléate a fondo para olvidar cosas feas, estoy segura tienes miles de recuerdos bonitos, qeu a fuerza de traerlos al presente, desdibujan los otros, aquellos tan incómodos de sentir...
Qué horror¡¡¡ Yo es que mi primer beso, fué a conciencia, y enamorada hasta la médula... no besé nunca sapos de esos duros de tragar.... no hubiera podido, contranatura, no me hubiese salido...
Hasta el ritual que describes me parece monstruoso... me da tanta pena.... no te lo mereces¡
Cuídate mucho, y descansa, y escribe acerca de lo bonito... lo demás es autoflagelarse sin motivo alguno... ya te digo, no lo mereces.
Bsss

La Pieza Insurrecta dijo...

Pues a mí me ha parecido un texto formidable. Lleno de ternura.

Un beso virtual para ti.

Lara dijo...

Bello, que mantengas en tu memoria esos momentos vividos desde la inocencia pero con intensidad... es muy bello.
Besos.

Letra dijo...

Me pregunto cuál habrá sido su percepción teórica de un beso. Y cómo será el recuerdo de aquel beso primero con aquella novia primera, elegida por ud.

Letra dijo...

Me pregunto qué le habrá hecho pensar que no le haría un PLIÑ! Después de los dos que me hizo en mi blog. Maldiciòn!

La Pieza Insurrecta dijo...

Perdón, ¿puede alguien explicarme qué es eso del PLIÑ?????

Vade Retro dijo...

Eso del primer beso...mi señor algún día le contaré el mío, le aseguro que se reirá y mucho.
Un beso.