22.5.07

Apocalipsis

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Eran la una y veinte cuando ví caer una bola de fuego desde el cielo. Miré a los demás, pero nadie parecía haberla visto. Me dije a mí mismo que me enteraría más tarde, en el telediario, del lugar del impacto, pero tampoco nadie mencionó el asunto. Había sido todo tan claro que no pensaba en la posibilidad de una alucinación o un efecto óptico y me sentía el dueño de una información exclusiva y privilegiada que me daba una cierta ventaja a la hora del Apocalipsis que al parecer se fraguaba. Pobre gente. Continuaban aspirando ingenuamente a un futuro mejor, preocupados por la bolsa y el campeonato de liga, el último cacharro digital y un todoterreno con GPS mientras sus esposas comentaban el último escandalete de un famosillo con titulín nobiliario que : " ¡a ver como terminaría…!" . Yo, que sabía como habría de terminar todo, para todos, caminaba altivo por las calles, como un dios resabiado y magnánimo . Aspirando el aire penúltimo del Otoño final. Nunca había pensado que el final de la humanidad pudiera darme semejante gozo y paz interior. Me parecía un precio justo a pagar el que desaparecieran unos cuantos miles de buenas y justas personas si en el embate final de la gran ola cósmica que se avecinaba, se perderían para siempre las enormes legiones de seres mezquinos que se habían adueñado de la tierra. No tenía la preocupación de salvarme y me preocupaba el que pudiera haber supervivientes y se repitiera el esquema dentro de un par de miles de años; y es que los dioses de segunda , tenemos un concepto serio y formal de lo definitivo. No aceptamos enmiendas a ningún juicio final y desconfiamos de las intenciones de los dioses de las altas jerarquías. No más muertes de pollos inocentes ni desprevenidos pulpos, no más corderos degollados ni ocas hepatotorturadas para alimentar a seres indignos y crueles, egoístas e insanos.
Eran las ocho y veinte cuando caí en la cuenta de que la señal era para mí, que todo seguiría igual ahí fuera pero se me daba la ocasión de no tener que presenciarlo ya más . Era el treinta de Noviembre. La coincidencia no podía ser fortuita, en este día, sesentaicinco años atras, había muerto un escritor por el que siento una enorme admiración. Su torturado pensamiento, lúcido y profundo, había guiado los confusos pasos de mi espiritualidad y mis rudimentarios devaneos filosóficos hacia un callejón sin salida en los últimos años. Ahora, enfrentado a la disyuntiva de una vida de tedio o un final liberador, con el guiño de un personaje de mi galería de ídolos, me parecía una de las elecciones más sencillas de toda mi vida. Había que encontrar un medio poco ofensivo y generoso para con los funcionarios que tendrían que hacerse cargo de los despojos que habría de dejar mi decisión. Caminé pensando en ello durante un par de horas, y comenzó a preocuparme la idea de que a medianoche, se acabaría el plazo que me había sido concedido para que no se confundiera mi sacrificio con un vulgar suicidio. Mi caso no era el de un tipo lleno de deudas o desengaños, a quien las circunstancias pusieran en semejante trance. Mi partida debía ser un ritual privado, pero si yo mismo ,no respetaba las cláusulas del contrato con mi universo interior , porqué pretendía que los de ahí fuera , respetaran las normas de una convivencia regida por la desacreditada lógica y el irrisorio concepto de respeto.
Para colmo, corría una brisa dulce y la temperatura era tan suave que daban ganas , no solo de quedarse un poco más, sino de hacer un viaje a la costa y sentir el aroma del mar.

8 comentarios:

e-catarsis dijo...

Si le conociera le diría que los episodios apocalipticos en Vd parecen bastante recurrentes y cíclicos que tal vez y digo sólo tal vez las fases lunares tengan algo que ver o igual no, igual es que ha visto una rosa que se marchitaba o se ha cruzado con un perro indigente que le ha mirado con sus ojos acuosos y tristes pero...como no le conozco...no diré nada

Saludos sin pliñ ( no quiero ¡ea!)

Max B. Estrella dijo...

¡PLÍÑ! entonces, me canto el de MARI PURI

MAY dijo...

Vivir cada día, como si fuera el último y con la tranquilidad de que si en este instante todo se acabase, tu tienes tu parte hecha.


bessssssssssssitosss.

Margot dijo...

Los finales del mundo parecen tan parecidos a los comienzos contados por ti...

Mejor nos vamos al mar mientras llega, quieres, compi?

Besossssssss apocalíticos!

Recomenzar dijo...

Cuando te leo me transporto a lugares que no conozco!!!!

Anónimo dijo...

Partamos hacia el mar, rocemos el infinito y dejemos que el mundo se las apañe solo.
Un abrazo.

laonza dijo...

un mar sin olas para mi y para usted, lo que desee... en bandeja de plata

Mandarina azul dijo...

Con ese final, para mí querría también un apocalipsis así. ¿Queda alguno o llego tarde? :)