7.7.06

Hacía calor, hice correr mi mano buscando la pantorrilla para desandar luego el camino subiendo lentamente por la cara posterior del muslo. La sentí estremecerse, eso bastó para que una especie de locura se apoderara de mi respiración, mis sentidos; busqué su boca a tientas con la mía, como un ciego; la encontré abierta y tierna, dulce como un lichi. Mordí su boca con la avidez de un náufrago, sus piernas me apretaban en espasmos mal contenidos. La cogí por las muñecas, y como a un enemigo al que se vence, la puse de espaldas sobre la cama. Ya sobre ella, la miré a los ojos mientras la sujetaba, en un juego sutil y tácito en el que no podría defenderse. Sus ojos decían que aceptaba el juego y su boca lanzaba dentelladas. Solté una de sus muñecas y la sujeté por el pelo de la nuca; eche su cabeza hacia atrás dejando el tierno y blanco cuello en primer plano, clavé levemente, una y otra vez, mis dientes en él. Ella se agitaba y yo estaba como poseído, no era decididamente mi estilo, bastante más conservador en el tema, casi diría demócrata cristiano.
Lentamente fui arrojando su ropa lejos del cuadrilátero; no dijimos una sola palabra, aquello era una guerra desesperada, desprovista de cualquier vestigio de afecto, una fiesta de las sensaciones. Yo parecía estar abocado al último festín de un condenado a la horca y la dulce Sandra a la recuperación de los sentidos tras unos años de amor puntual y desmotivado. No recuerdo haber tenido una primera relación parecida con mujer alguna. Como si el destino se hubiera propuesto rematar una buena faena, nos obsequió con un orgasmo fortuitamente simultáneo. Como una flecha envenenada de placer extremo, me atravesó, de Norte a Sur y de Este a Oeste, el rayo helado y a la vez incendiario del amor desnudo de amor. Sandra abrió su boca en un grito que nadie oyó, (incluído yo que estaba bastante cerca). Alguien cortó los hilos que movían su cuerpo, quedó como paralizada. Me dejé caer a su lado sin pensar en nada, no sentía el impulso de ser cariñoso con ella, es más, no había en mí impulso alguno, simplemente estaba allí.

1 comentario:

30سيلفيا دي ماس dijo...

wowwwwwww !!!!!! endiablada noche mister, buenas noches que ajitada me deja su texto demonios cachondos