Siempre me costó caminar hacia alguien que me está viendo, nunca sé que hacer con las manos salvo que sea Invierno, y en este caso, hasta mis pasos perdían el ritmo. No había nada que hacer, esta mujer me tenía hecho un imbécil. Unos metros antes de su encuentro, caí en la cuenta de que no traía el libro conmigo; un choque frío me llevó las manos a la cabeza, y por fin supe qué hacer con ellas.
Después de todo, no era mala idea el que el libro estuviera en casa, donde también había música suave, cervezas y la posibilidad e atenuar la luz si fuera menester.
Estaba radiante; falda vaquera más bien corta y una camiseta de algodón amplia sin mangas, muy vulnerable a mis ojos que conseguían deslizarse con facilidad hasta la generosa redondez de sus senos. Las gafas oscuras le sentaban muy bien; muchas mujeres suelen esconder parte de su rostro tras las gafas de sol con resultados beneficiosos. En este caso, aunque no había nada imperfecto que ocultar, aportaban un misterio que se agradecía en aquella cara de no romper un plato.
-Hablame del misterio.
- Antes cojamos una barca.
-¿Con este sol?.
Mis fantasías comenzaban a derrumbarse muy pronto, además, tenía razón, era una locura.
Nos echamos a la sombra sobre el césped. Se montó las gafitas en la frente y me atravesó con aquellos ojos claros que siempre me habían turbado.
-¿Y bien?
-Bueno, allá voy; ¿recuerdas el “Libro de los sueños” ?
Entrecerró los ojos y elevó la mirada como buscando en las copas de los árboles un vestigio de algo olvidado. Aproveché su concentración para pasear demoradamente la mirada por el dulce abismo de su escote e instintivamente me mordí el labio inferior.
-! Ya…,¿ el supuesto libro de los sueños del tío del chalet?
-No tan supuesto, lo tengo en casa.
- !! No jodas ¡¡ dijo con cara de sorpresa.
-! qué boquita guapa ¡, ¿no sabes que esas cosas no se dicen?
-¿ Y qué hay en él?
Cambié de posición y cargué el peso de mi cuerpo estirado sobre el brazo izquierdo. Mi antebrazo derecho, así como el codo, presentaban un ligero enrojecimiento y estaban surcados por infinidad de líneas, formando un entramado irregular y confuso. Examiné la zona un poco más y requerí su atención sobre mi brazo.
-Lo que hay en el libro es algo así. Le dije enseñándole las marcas entrecruzadas que sugerían un jeroglífico.
- A ver si voy entendiéndote. Dijo mientras se incorporaba en actitud de máximo interés ( y adiós tetitas).
-¿Se trata de un libro escrito en signos a descifrar?
- Sí y no. Respondí echando otra pizca de misterio a mi guiso traicionero.
- ! Venga hombre, suelta ya ¡.
- Se trata de un libro manuscrito, en Castellano, Portugués e Inglés, pero estoy dispuesto a asegurar- aunque sólo he leído retazos aquí y allá- que se trata de un jeroglífico.
- Quiero verlo. Me dijo,
¿ahora? pregunté con aparente desgana mientras mi otro yo se frotaba las manos y se peinaba las cejas ante un espejo imaginario.
-¿Puedes? preguntó con un gesto de súplica burlona que supongo sabía letal.
- Puedo. Y me levanté de un salto extendiéndole mi mano. Una mano cálida sujetó la mía, no podría describir la intensa sensación que me produjo. Una vez en pié, retuve su mano un momento y disparé un rayo con mis ojos a los suyos; debí haber errado el lanzamiento, porque su rostro permaneció impasible. Otra posibilidad es que mi poder de seducción se encuentre alojado en alguna víscera inalcanzable a la percepción de los demás. Una décima de segundo antes de que la situación se inclinara hacia un ridículo inmanejable, solté su mano, y al modo de un líder que decide atacar la fortaleza dije gravemente: Vámonos.
2 comentarios:
A mí sí que de verdad me pone muy nerviosa tener que caminar hacia alguien que está allí mirando o esperando frente a mi ;(
Está muy buena la historia. Ahora, estaría bien que alguien alertara a Sandra para que no me juntase con Luzbel. ¿No? :)
Gracias, por la visita y por tus palabras.
Besos.
Puede que tu poder de seduccion le falten algunos aliños...pero el poder de relatar exquisitamente esa situacion me re encantó, hasta senti los aromas y vi los colores de ese panorama...
También me descoloca caminar hacia alguien que me observa..será un mal de muchos..pero exquisito..
saludos desde chile..
lindo relato. me gustooooo mucho
vicky
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