20.6.06

Un Viernes en que fui al periódico, pasé al salir por la cafetería; acostumbro colocarme unas cañas para viajar en Metro o lanzarme con mi bólido por la M-30 a 90 Km. /h; no tanto por respeto a las normas sino porque es todo lo que da de sí . Ese día iba de peatón, pero decidí repostar igual. Estaba la dichosa criatura apalancada en la barra con la habitual insolencia de la belleza. Dudé apenas un instante y me acerqué a ella.
-”¿Como lo llevas?”, le pregunté sonriendo.
-”Vaya… respondió con la misma gracia que yo le hubiera atribuido si me hubiera dicho “muérete”. Hubo un corto silencio y decidí atacar con lo primero que se me vino a la mente. Lo esencial era hablar con ella, mostrarle lo brillante que yo era para que loca de pasión me rogara fugarnos a Brasil, aunque fuera un par de horas.
-”¿ Sigues la historieta de DML y sus cadáveres boys?”.
Seguramente era original esa forma de entrarle, porque se me quedó mirando. Nuestro contacto no había pasado nunca de : “Buenos días, buenas tardes o ¿que hay?”.
Acercó su cara mientras bajaba el tono de voz. -” ¡ Me apasiona la movida que ha desatado !”.
-”Pues ya somos dos; con lo que se ha dicho hasta ahora, podrían escribirse varias novelas y todas serían un éxito. Además, en la mirada de ese tío hay algo que produce escalofríos.
-”¿Lo has notado?”. preguntó entusiasmada.
Sentí inmediatamente que ese interés podía explotarse y creo que cargué excesivamente las tintas en lo que me sugerían los ojos aparentemente tranquilos de aquel hombre.
Al cabo de media hora de charla, le había dado mi teléfono, mi dirección y algunos certeros impactos en algún alerón del alma porque, al despedirse, “sentí” que iba a llamarme.
Yo estaba que saltaba; me reconocía como un aprendiz de buitre sobrevolando el desencanto de una mujer joven tras unos años de matrimonio. Pero la verdad es que frente a semejante material, no valían los escrúpulos.
El resto de la jornada la pasé extrañamente animado y sólido. Rechacé un par de invitaciones de amigas trilladas a terrazas y cine y me quedé en casa regocijándome en el recuerdo de nuestra conversación y la imagen de Sandra, una y otra vez. Curiosamente, no tenía rectificaciones baldías que hacer a mi forma de llevar aquella charla como casi siempre me ocurría cuando ya era tarde para reestructurar la telaraña y la mosquita había escapado. Mi única preocupación era la de no saber manejar favorablemente aquellas posibilidades nuevas e inesperadas.

1 comentario:

PRIMAVERITIS dijo...

¿Es ella la asesina? ¿te va a acusar de injurias? ¿es una periodista que te va a sacar en primera plana de todos los periódicos? ¿te vas a encontrar un par de ojos en el buzón?
Yo no dormiría tranquila