16.9.06

El miedo

Anoche estuve en Italia, en Bari para ser más exactos, me llevó allí la intención de tenderle una trampa a un carpintero del que había oído hablar. Parece que otras personas habían tenido la misma idea, y me vi envuelto en un episodio violento con unos mortales calabreses que intentaron matar al barese disparando desde una ventana. No sé qué es lo que ocurre en esa ciudad de la Apulia, la cuestión es que cuando quise desaparecer, no pude hacerlo y me vi tendido en el suelo entre cristales mientras se cruzaban furiosos disparos. Sentí miedo por primera vez.
Horas antes, mientras caminaba por las estrechas callejas de la cittá vecchia con el hombre que había ido a buscar tuve la ocasión de conocer el mundo brutal en que se desenvolvía. Recuerdo claramente como entregaba un billete delgadísimo a un idiota que según me dijo, vivía asomado a su ventana; era como una pieza de pan de oro, que extrajo de un fajo que llevaba en su bolsillo con enorme habilidad. Tenía su efigie y era blanco por el reverso , me dijo que hacía eso cada vez que pasaba por allí. Alto y moreno, de una belleza extraña, mi objetivo era admirado y temido por todos aquellos con quienes nos cruzábamos, comimos y bebimos gratis en varias tabernas y era penoso nuestro avance ante las muestras de pleitesía que le rendían los transeúntes a lo largo de nuestro itinerario. Aquello me animaba, sentía que, de hacer bien mi trabajo, tendría a mi disposición un buen puñado de almas.
En un momento, arrastrándome entre los añicos de cristales y mampostería conseguí salir de la habitación y mezclarme entre la gente que llevaba a cabo no sé qué celebración religiosa. No recuerdo haber tenido tal sensación de desasosiego en mi larga vida. Sin la protección de aquel hombre, eludí trabajosamente las malas intenciones de varios demonios mortales del lugar y conseguí por fin dar en los suburbios de la ciudad de la que quería desaparecer. Vi una autopista a lo lejos y allí dirigí mis pasos sabiendo que la civilización está regida por un infierno más manejable. Cuando recorría ufano el último bloque que lindaba con un campo, vi una figura delgada parada dándome la espalda en medio de la calzada con una especie de larga gabardina, era extraño verle allí inmóvil, pero mi entusiasmo de alejarme de aquella pesadilla me invitó a la burla de una despedida; me di la vuelta al sobrepasarle para darle las buenas noches, pero antes de que pudiera hacerlo me dijo: -No vuelvas. Era el idiota.
Ahora, también yo temo al averno.

16 comentarios:

Raphaela dijo...

Y sí hace rato que no le temo a los infiernos y los avernos tan cálidos, y ¡vaya! ¡has regresado!...

Lâmina d'Água & Silêncio dijo...

Essa estória é verdadeira???

Bem... latinos e seus sangues quentes!!!

Vim te agradecer por tua passagem pelo lâmina e por teres gostado dos meus cães...
Beijo,
Cris

Um ótimo fim de semana!!!

Vade Retro dijo...

Fascinante descripción de la entrada al inframundo.
Besos.

ybris dijo...

No tenía ese recuerdo de Bari, pero no me extraña: no topé con mortales calabreses.
Hiciste bien en huir de allí.

Un abrazo.

nacho dijo...

Deberías contratar a un economista. El mercado puede lanzarte una OPA hostil y al final quedar en manos extranjeras. ¡Diversifica!

Cazadora de almas dijo...

Vaya! Ahora entiendo por qué me regalas Italia...

Besos!

sonia dijo...

no era miedo, los superheroes no tienen miedo...

Eleafar Cananita dijo...

pues eso pasa por tener buena prosa. miedo.

MARIA DEL NORTE dijo...

En el principio, era el averno.
Y cuando la huída hacia la candela se hacia prometedora, otra vez, el averno... Terrorifico.
En la historia se percibe exceso de adrenalina. Miedo

algenib dijo...

que ese miedo inventado y adquirido por un halo misterioso de efecto de la socialización no se apodere de ti. Lucha contra él y no le des la espalda.

Canichu, el espía del bar dijo...

encontraste un diablo con piel humana... los hay por todas partes, pero creía que estaban a tu servicio... el averno ya no es lo que era, los subordinados se te insubordinan... Habrá que mandar un servicio de espionaje allá.

Isabel Barceló Chico dijo...

Las aventuras italianas tiene sus peligros, amigo mío. Incluso para un diablo como tú. Besos.

Millaray dijo...

Luzbel un "excelente" escrito.Sabes? existen lugares peores que ese,su anfitrión y él no me desvelan.
Te dejo mi cariño y mis gracias por la paciencia y por leer mis cursilerías.

Trenzas dijo...

Tal vez lo escrito en la puerta de tus dominios, debería pasar a figurar en los indicadores de dirección hacia Bari.
"Estás entrando en Bari. Abandona toda esperanza" :DD
No sé que diría Dante, pero tal vez fuera un buen reclamo publicitario.
Interesante cuento. El Mal inmortal temiendo al Mal mortal.
Porque tú andas de guante blanco; convences, no disparas.
Como siempre te digo; para pensar un rato :)
Abrazos, amigo

PRIMAVERITIS dijo...

Te vi, estaba detrás de la fuente mezclada con las mujeres, por cierto, te seguía un viejo con un sombrero gris, ¿no te diste cuenta?

Chiara Boston dijo...

Luzbel, va a tener que dejar el mundo de Disney, mi querido. La realidad es mucho más dura que su tan ponderado infierno.
Otra opción es contratarse un guardaespalda.

Muy ingenioso el ángulo de tu narración.